Mi vida parece que se resumiera en esta historia, he notado que muchos me han usado de una u otra manera, pero varios me han usado como el desatador de sus relaciones. En el mundo árabe existe el divorcio bajo la ley musulmana este se efectúa diciendo una frase como "me divorcio de ti" frente a un testigo y el divorcio queda efectuado. Las personas se pueden volver a casar, si resuelven sus diferencias. Si se utiliza una frase un poco mas dura como "me divorcio de ti tres veces" solo es posible volverse a casar después que la mujer se haya casado y divorciado de otro. Les dejo esta historia sacada de un libro de mis abuelos para que reflexionen.
Ha llegado a mis oídos, oh sultán el afortunado!, que había en antaño en la ciudad de Dimechk, en tierras de Scham, un joven mercader de tal belleza, que parecía la luna en su noche, la catorcena, y era tan hermoso y atrayente que ninguno de los compradores del zoco podía a su hechizo sustraerse.
Porque era, a la verdad, una alegría para los ojos que los contemplaban y una condenación para las almas.
Y era tal su belleza que de él dijo el poeta:
"Es mi señor el rey de la hermosura,
y en su cuerpo, la obra del creador,
no hay mas que perfecciones, sin que tenga,
feo ni un solo rincón,
Tan suaves son sus formas y sutiles,
cual duro el corazón;
guerra declaran sus rasgados ojos,
que al hielo mismo incendian con su ardor.
Son sus cabellos como escorpiones,
enroscados y negros de color;
y flexible su talle, cual el tallo
del bambú que la brisa estremeció.
Y su trasero hermoso, se columpia
al compás de su paso encantador,
cual leche cuajada en la escudilla,
de nómada pastor"
Y sucedió un día de los días que, estando el joven sentado, como de costumbre, a la puerta de su tienda, hubo de entrar una dama, que iba de compras; él la recibió con toda cortesía y le preguntó qué era lo que quería, y ambos se enredaron de conversación sobre cosas que hacían referencia al arte de la compra y venta.
Y al cabo de una hora, subyugada por los encantos del muchacho, de dijo la señora:
- Mira, Cara de luna, mañana volveré por aquí a continuar nuestra charla, y ten la seguridad que no te pesara!
Compró luego la señora una bagatela de las que había en la tienda y abonó su precio sin regateas y después se despidió del joven y se retiró.
Y al día siguiente y a la misma hora según le prometiera, volvió la señora a la tienda. Pero he aquí que no iba sola llevaba de la mano una mocita, mucho más joven que ella, y más bonita y más apetecible y más atractiva.
Y el joven mercader, al ver a la mocita, dedicóle a ella todas sus atenciones, sin hacer mas caso de la otra que si no la viese; y a la señora, la primera, sin mostrar enojo, le dijo al oído:
-Oh rostro bendito! Por Allah, que no elegiste mal! Esta jovencita es mi hija, y si tú quieres, haré de tercera entre tu y ella.
A lo que el muchacho respondió:
-En tus manos, señora, está la bendición! Por el profeta - sean con él la oración y la paz - , que ardo en deseos por esa tu hija; Pero ay! que una cosa es la ilusión y otra es la realidad y, a juzgar por las apariencias es tu hija para mí demasiado rica.
Pero la dama le consoló diciéndole:
- No pases pena por eso, hijo mío! Que te haremos gracia de la dote que el marido debe asignar a su mujer y correremos con todos los gastos de la boda y con todos los demás dispendios. De suerte que tú no tendrás que hacer otra cosa sino dejarnos hacer a nosotras, y te encontrarás con buena cama, pan caliente, carne tierna y todo el bienestar que desear puedas. Porque cuando se encuentra un chico tan guapo como tú, se le debe tomar tal y como es, sin pedirle otra cosa sino que se porte bien en el trance que ya sabes y se mantenga seco y duro mucho tiempo.
Y el joven entonces, se inclinó, diciendo:
-Esta bien, señora; quedamos de acuerdo.
Ultimaron luego todos los detalles y quedó convenido que la boda se celebrase lo más pronto posible, sin ceremonias ni convite, sin músicos ni bailarinas ni cantoras y sin paseos ni cortejos de la novia.
Y el día convenido, llamaron al cadí y a los testigos, y redactaron la partida de casamiento con arreglo a lo que manda la ley; y luego la madre, en presencia del cadí y los testigos, introdujo al joven en la alcoba nupcial y lo dejo a solas con su esposa y les dijo:
-Ea, gozad, hijos míos de vuestro sino!
Y no hubo aquella noche en toda la ciudad de Dimechk ni en todo el país de Scham pareja más hermosa que la que formaban aquellos dos jóvenes estrechamente abrazados y tan bien acoplados como las dos mitades de la misma almendra.
Luego amaneció la mañana del siguiente día, fue el joven, que había pasado una noche de perfecta delicia, y se levantó y pasó al baño, con objeto de hacer sus abluciones. Y después que las hizo, marchóse a su tienda, como de costumbre, y en ella permaneció hasta que el zoco cerró. Y entonces se levantó y regresó a su nueva casa para reunirse con su esposa adorada.
Y pasó al harén y se fue derecho a la alcoba, donde la noche antes gozara de tantos placeres incomparables. Y encontró a su esposa dormida bajo el mosquitero, con su cabello suelto, al lado de un mocito con las mejillas vírgenes de todo pelo, y que la tenía abrazada tiernamente contra su pecho.
Al ver aquello, tornósele al joven el mundo negro, y en acto salio de allí en busca de la madre de su esposa, que estaba sentada en el umbral de la habitación, y que, al verlo tan amarillo de color y tan alterado de espíritu, le dijo:
- Ruega al profeta! Qué te pasa, hijo mio?
A lo que el joven le dijo:
-Sean sobre el profeta la oración y la paz! Pero, qué es tía mía, eso que acabo de ver en el lecho? En Allah me refugio contra las asechanzas del Protervo!
Y escupió violentamente en el suelo, como si lo hiciera sobre alguien que a sus pies estuviera.
Pero la madre de su esposa le dijo:
-A qué viene, hijo mío, toda esa ira? Te pones así porque viste a tu esposa acostada con otra persona?
Pero, por todos los méritos del profeta, crees tú que nadie puede alimentarse del aire? Y te figuras que te di por esposa a mi hija, sin exigirte dote ni cosa ninguna, para que salgas ahora con esas ínfulas de querer oponerte a sus caprichos y reformar su conducta? Pues bueno fuera, hijo mío! Porque ya debiste comprender que a dos mujeres como nosotras no podrían vivir si no fuesen dueñas de hacer lo que quisieran.
Quedóse el joven de una pieza al oír a su suegra y no pudo hacer más que murmurar:
-Me refugio en Allah.
Y la suegra añadió:
-Ea,no te quejes más! Calma tu enojo. Pero si nuestro modo de vivir no te agrada, no tienes más que dejarnos ver la anchura de tu espalda.
Al oír el joven estas palabras, su indignación no tuvo medida y gritó de manera que pudiesen oírlo la madre y la hija:
-Pues ahora mismo me divorcio!, Por Allah y el profeta que repudio a esa mala pécora!.
Pero no acaba el joven de proferir esas palabras, cuando su esposa, desperezándose, sacó la cabeza por debajo del mosquitero y, al oír aquella frase de divorcio, cubrióse con el velo el rostro para no estar descubierta ante un hombre que, desde aquel momento dejaba de ser su esposo.
Y al par que ella, salió también de debajo del mosquitero del lecho la persona abrazada a la cual sorprendiera el marido; y he aquí que aquella persona que desde lejos parecía un jovencito sin pelo de barba en las mejillas, no era tal, sino una mocita, según lo probaba la catarata de sus cabellos, que de pronto se le soltaran y hasta los tobillos llegaban.
Y en tanto el cuitado joven permanecía allí como alelado, sin fuerzas siquiera para hacer un gesto, aparecieron de pronto dos testigos que la suegra ocultara detrás de una cortina y dijeron:
-Hemos oído tu formula de repudio y damos fe de que, desde ahora, quedas divorciado de tu esposa.
Y luego la suegra, le dijo:
-Ea, lárgate ya, hijo mío, que tu misión aquí ha concluido. Pero para que al irte no te lleves una mala impresión, has de saber que esta jovencita que aquí ves y que estaba acostada con tu esposa es mi hija, la pequeña, y lo que tu figuraste es un pecado, que ha de pesar sobre tu conciencia. Y has de saber también, hijo, que tu esposa, antes de serlo tuya, lo fue de un joven que la amaba con locura y que también ella lo quería con igual ternura; pero un día riñeron por una tontería y, en el calor de la discusión, hubo de decirle el yerno a mi hija:
"- Me divorcio de ti tres veces.
"Lo que, como sabes, es la formula de repudio más grave y solemne, de suerte que el que la pronuncia no puede volver a casarse con su primera esposa, aunque lo desee, como aquélla no contraiga matrimonio con un segundo esposo, que a su vez la repudie, dejándola en libertad para casarse con otro. De ahí que necesitáramos un desatador y lo buscamos mucho tiempo sin lograr encontrarlo, hasta que quiso el destino que diera contigo; y con solo verte, comprendí que eras el indicado para el caso.
"Y esa fue la razón por la que te elegí. Y después ocurrió lo que tenía que ocurrir. Y ahora vete en paz.
Y acto seguido la suegra hecho a empujones al joven de la casa y cerro la puerta, y en tanto el esposo, el primero, ante el mismo cadí y los mismos testigos, firmaba su segunda partida de matrimonio con su anterior esposa.
Y aquí termina la historia.
Se parece demasiado a lo que he vivido en estos días, como el desatador de la historia se aprovecharon de mi, me siento igual como se debió sentir el protagonista, lo peor es que intente salir con alguien y quien me utilizo también enveneno el ambiente para que no me tomaran en cuenta, a veces debieran dejar de hacer daño por un momento, no estoy en este momento de humor para esas cosas estoy muy bajo de animo como para ponerme a pelear, pero no soporto un golpe mas por favor déjenme en paz.
A lo que el muchacho respondió:
-En tus manos, señora, está la bendición! Por el profeta - sean con él la oración y la paz - , que ardo en deseos por esa tu hija; Pero ay! que una cosa es la ilusión y otra es la realidad y, a juzgar por las apariencias es tu hija para mí demasiado rica.
Pero la dama le consoló diciéndole:
- No pases pena por eso, hijo mío! Que te haremos gracia de la dote que el marido debe asignar a su mujer y correremos con todos los gastos de la boda y con todos los demás dispendios. De suerte que tú no tendrás que hacer otra cosa sino dejarnos hacer a nosotras, y te encontrarás con buena cama, pan caliente, carne tierna y todo el bienestar que desear puedas. Porque cuando se encuentra un chico tan guapo como tú, se le debe tomar tal y como es, sin pedirle otra cosa sino que se porte bien en el trance que ya sabes y se mantenga seco y duro mucho tiempo.
Y el joven entonces, se inclinó, diciendo:
-Esta bien, señora; quedamos de acuerdo.
Ultimaron luego todos los detalles y quedó convenido que la boda se celebrase lo más pronto posible, sin ceremonias ni convite, sin músicos ni bailarinas ni cantoras y sin paseos ni cortejos de la novia.
Y el día convenido, llamaron al cadí y a los testigos, y redactaron la partida de casamiento con arreglo a lo que manda la ley; y luego la madre, en presencia del cadí y los testigos, introdujo al joven en la alcoba nupcial y lo dejo a solas con su esposa y les dijo:
-Ea, gozad, hijos míos de vuestro sino!
Y no hubo aquella noche en toda la ciudad de Dimechk ni en todo el país de Scham pareja más hermosa que la que formaban aquellos dos jóvenes estrechamente abrazados y tan bien acoplados como las dos mitades de la misma almendra.
Luego amaneció la mañana del siguiente día, fue el joven, que había pasado una noche de perfecta delicia, y se levantó y pasó al baño, con objeto de hacer sus abluciones. Y después que las hizo, marchóse a su tienda, como de costumbre, y en ella permaneció hasta que el zoco cerró. Y entonces se levantó y regresó a su nueva casa para reunirse con su esposa adorada.
Y pasó al harén y se fue derecho a la alcoba, donde la noche antes gozara de tantos placeres incomparables. Y encontró a su esposa dormida bajo el mosquitero, con su cabello suelto, al lado de un mocito con las mejillas vírgenes de todo pelo, y que la tenía abrazada tiernamente contra su pecho.
Al ver aquello, tornósele al joven el mundo negro, y en acto salio de allí en busca de la madre de su esposa, que estaba sentada en el umbral de la habitación, y que, al verlo tan amarillo de color y tan alterado de espíritu, le dijo:
- Ruega al profeta! Qué te pasa, hijo mio?
A lo que el joven le dijo:
-Sean sobre el profeta la oración y la paz! Pero, qué es tía mía, eso que acabo de ver en el lecho? En Allah me refugio contra las asechanzas del Protervo!
Y escupió violentamente en el suelo, como si lo hiciera sobre alguien que a sus pies estuviera.
Pero la madre de su esposa le dijo:
-A qué viene, hijo mío, toda esa ira? Te pones así porque viste a tu esposa acostada con otra persona?
Pero, por todos los méritos del profeta, crees tú que nadie puede alimentarse del aire? Y te figuras que te di por esposa a mi hija, sin exigirte dote ni cosa ninguna, para que salgas ahora con esas ínfulas de querer oponerte a sus caprichos y reformar su conducta? Pues bueno fuera, hijo mío! Porque ya debiste comprender que a dos mujeres como nosotras no podrían vivir si no fuesen dueñas de hacer lo que quisieran.
Quedóse el joven de una pieza al oír a su suegra y no pudo hacer más que murmurar:
-Me refugio en Allah.
Y la suegra añadió:
-Ea,no te quejes más! Calma tu enojo. Pero si nuestro modo de vivir no te agrada, no tienes más que dejarnos ver la anchura de tu espalda.
Al oír el joven estas palabras, su indignación no tuvo medida y gritó de manera que pudiesen oírlo la madre y la hija:
-Pues ahora mismo me divorcio!, Por Allah y el profeta que repudio a esa mala pécora!.
Pero no acaba el joven de proferir esas palabras, cuando su esposa, desperezándose, sacó la cabeza por debajo del mosquitero y, al oír aquella frase de divorcio, cubrióse con el velo el rostro para no estar descubierta ante un hombre que, desde aquel momento dejaba de ser su esposo.
Y al par que ella, salió también de debajo del mosquitero del lecho la persona abrazada a la cual sorprendiera el marido; y he aquí que aquella persona que desde lejos parecía un jovencito sin pelo de barba en las mejillas, no era tal, sino una mocita, según lo probaba la catarata de sus cabellos, que de pronto se le soltaran y hasta los tobillos llegaban.
Y en tanto el cuitado joven permanecía allí como alelado, sin fuerzas siquiera para hacer un gesto, aparecieron de pronto dos testigos que la suegra ocultara detrás de una cortina y dijeron:
-Hemos oído tu formula de repudio y damos fe de que, desde ahora, quedas divorciado de tu esposa.
Y luego la suegra, le dijo:
-Ea, lárgate ya, hijo mío, que tu misión aquí ha concluido. Pero para que al irte no te lleves una mala impresión, has de saber que esta jovencita que aquí ves y que estaba acostada con tu esposa es mi hija, la pequeña, y lo que tu figuraste es un pecado, que ha de pesar sobre tu conciencia. Y has de saber también, hijo, que tu esposa, antes de serlo tuya, lo fue de un joven que la amaba con locura y que también ella lo quería con igual ternura; pero un día riñeron por una tontería y, en el calor de la discusión, hubo de decirle el yerno a mi hija:
"- Me divorcio de ti tres veces.
"Lo que, como sabes, es la formula de repudio más grave y solemne, de suerte que el que la pronuncia no puede volver a casarse con su primera esposa, aunque lo desee, como aquélla no contraiga matrimonio con un segundo esposo, que a su vez la repudie, dejándola en libertad para casarse con otro. De ahí que necesitáramos un desatador y lo buscamos mucho tiempo sin lograr encontrarlo, hasta que quiso el destino que diera contigo; y con solo verte, comprendí que eras el indicado para el caso.
"Y esa fue la razón por la que te elegí. Y después ocurrió lo que tenía que ocurrir. Y ahora vete en paz.
Y acto seguido la suegra hecho a empujones al joven de la casa y cerro la puerta, y en tanto el esposo, el primero, ante el mismo cadí y los mismos testigos, firmaba su segunda partida de matrimonio con su anterior esposa.
Y aquí termina la historia.
Se parece demasiado a lo que he vivido en estos días, como el desatador de la historia se aprovecharon de mi, me siento igual como se debió sentir el protagonista, lo peor es que intente salir con alguien y quien me utilizo también enveneno el ambiente para que no me tomaran en cuenta, a veces debieran dejar de hacer daño por un momento, no estoy en este momento de humor para esas cosas estoy muy bajo de animo como para ponerme a pelear, pero no soporto un golpe mas por favor déjenme en paz.
